Complejidad de la Práctica
La verdad es que el hecho de que la educación sea obigatoria hasta los 16 años es una oportunidad y no una rémora como parece que lo es para algunos estudiantes y profesores. Es una oportunidad para optimizar el desarrollo individual de cada alumno sin entrar en competición, comparación y clasificación de capacidades de unos y otros, una oportunidad que tiene mucho que ver con el concepto de educación y con la característica de obligatoriedad de estas etapas.
El problema creo que puede venir por, como hemos comentado en clase en otras ocasiones, de la diversidad de exigencias y de objeticos contradictorios que llegan a las escuelas, y la poca autonomía de estas para afrontar esta situación.
Por un lado el curriculum prescirto, lo impuesto por la administración, por la sociedad y en muchos caso también por las familias, un curriculum basado en los contenifos y en el producto de la formación; por otro lado tenemos la ideología de la escuela como institución, que puede conincidir con la admón o no, puede estar centrado también en conseguir un producto o centrarse en los procesos de formación; y por último la orientación personal de cada uno de los profesores y maestros que trabajan en directo y que también tienen su ideología sobre la educación y a demás son los que tienen que enfrentar día a día los problemas que se plantean en el aula.
Y no podemos olvidar a los alumnos que son los protagonistas del proceso de enseñanza y aprendizaje. La motivación que ellos tengan respecto a los procesos formativo y educativos tiene mucho que ver con la forma de hacer, la ideología y la intencionalidad que se le de a la educación, a la cultura y a la edución. Es una buena ocasión el hecho de que “tengan” que estar escolarizados por obligación hasta los 16 años para embarcarnos con ellos en un proceso de desarrollo personal en el que quizá no tengan nunca otra oportunidad de centrarse y dedicar tanto tiempo en exclusiva. Esto no quiere decir que los contenidos más técnicos tengan que quedar a un lado, sino todo lo contrario, es una forma más integrada de hacerlo.
Pero también tendríamos que pensar que la escuela no es la única responsable de la educación de los menores, es necesario una intervención coordinada entre las diferentes instituciones en las que se desarrollan, sobre todo con la familia, que es la principal y máxima responsable de los niños que crecenen su seno.
Quizá es necesario que los educadores pensemos y repensemos nuestras intervenciones, objetivos y finalidades con las que afrontamos el trabajo, tendiendo en la medida de lo posible a un enfoque liberador (con todo lo que esto supone), pero en ningún caso podemos afrontarlo desde la soledad. Hay que tener en cuenta la complejidad del proceso.
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Leonor -